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Una persona es lo que es su vida, y que esta es como una película. Todos y cada uno de los sucesos se repiten, que todo vuelve verdaderamente a suceder como sucedió, más las consecuencias buenas o bien malas. Es claro que la transformación de la vida es posible si uno se lo plantea.
Transformación, quiere decir que una cosa cambia en otra cosa distinta, es lógico que todo es susceptible de cambios. En toda transformación existe muerte y nacimiento.
En Gnosis, consideramos al humano como una factoría de 3 pisos que absorbe en general 3 alimentos:
El comestible común: Por norma general corresponde al piso de abajo de la factoría, al estómago.
El aire: Está en el segundo piso, se encuentra relacionado con los pulmones.
Las impresiones: Sin duda están íntimamente asociadas al cerebro o bien tercer piso.
Tenemos: Impresiones-Cerebro, Aire-Pulmones, Comestible-Estómago.
El comestible que comemos padece consecutivas transformaciones, esto es indudable. El proceso de la vida en sí, por sí sola, es transformación. En todo existe transformación.
Cuando comemos un comestible, tan preciso para nuestra existencia, este es transformado en consecutivas etapas, entonces, ¿quién efectúa dentro de nosotros ese proceso de transformación de las substancias? El centro Instintivo ¡Qué pasmosa es la sabiduría de este centro! La digestión, en sí, es transformación. Si algo entra sin pasar por el estómago, el organismo no podría digerir sus principios vitamínicos, ni sus proteínas.
Claro está que los comestibles físicos se convierten, mas hay algo que nos invita a la reflexión y es la transformación conveniente de las impresiones. La vida en sí, entra en nosotros, a nuestro organismo, en forma de puras impresiones. Uno no podría verdaderamente convertir su vida si no convierte las impresiones que llegan a su psique.
Lo que verdaderamente recibimos a cada instante, a cada momento, son impresiones. Si vemos a una persona que nos complace o bien disgusta, la primera cosa que conseguimos son impresiones de esa naturaleza. La vida es una sucesión de impresiones.
Las impresiones llegan a la psique por las ventanas de los sentidos. La vida nos llega en forma de impresiones y es allá donde existe la posibilidad de trabajar sobre nosotros mismos.
¿Qué debemos hacer? ¿De qué forma podríamos conseguir una transformación sicológica en sí? Realizando un trabajo sobre las impresiones que recibimos a cada instante, a cada momento. Este primer trabajo recibe el nombre de Primer Choque Consciente. Precisamos convertirnos día tras día interiormente. Si deseamos convertir nuestro aspecto sicológico, precisamos trabajar sobre las impresiones que entran en nosotros.
¿Por qué razón llamamos al trabajo sobre la transformación de las impresiones el Primer Choque Consciente? Pues el choque es una cosa que no podríamos observar de forma meramente mecánica. Esto nunca podría hacerse mecánicamente, se precisa un esmero autoconsciente, de observación de sí para la transformación de las energías y de lo que resulta de ellas. De este modo, el trabajo de las reacciones negativas sobre los estados anímicos enojosos, sobre la identificación, sobre la auto-consideración, sobre los yoes consecutivos, sobre la patraña, sobre la auto-justificación, sobre la excusa, sobre los estados inconscientes en que nos hallamos, se relacionan con la transformación de las impresiones.
Así, exactamente las mismas impresiones, por norma general, o bien mejor dicho, supra-generalmente, nos llevarían a una vida mejor, ya la vida no actuará más sobre nosotros como lo hacía ya antes, comenzaremos a meditar y entender de una forma nueva, y esta es, naturalmente, el inicio de nuestra transformación.
Mas mientras que prosigamos pensando de igual forma, es claro que no va a haber ningún cambio interior. Convertir las impresiones de la vida es convertirse a uno mismo.
Podemos entender que reaccionamos de forma continua. Todas y cada una estas reacciones forman nuestra vida personal. Mudar la vida de uno, es mudar verdaderamente nuestras reacciones. Mas la vida exterior nos llega como puras impresiones que nos fuerzan a reaccionar.
La vida consiste primordialmente en una serie consecutiva de reacciones negativas que se dan como contestación muy frecuente a las impresiones que llegan a la psique. Por tanto, nuestra labor consiste en convertir las impresiones de la vida a fin de que no provoquen ese género de contestación.
Para conseguirlo es preciso auto-observarnos de momento en momento, por el momento en momento; es urgente estar estudiando nuestras impresiones. No se puede dejar que las impresiones lleguen de una manera subjetivo, mecánico; si convertimos las impresiones, entonces empezamos a vivir más de manera consciente, de ahí que diríase que es el Primer Choque Consciente. Tal choque consiste en convertir las impresiones que llegan a la psique en el instante de su entrada.
Las impresiones son las que generan la imagen que llega a la psique. Las reacciones son las contestaciones a semejantes impresiones. El planeta está formado por impresiones.
Mas hay impresiones que no son agradables, por servirnos de un ejemplo, las palabras de un insultador. ¿Podríamos convertir esas palabras? Las palabras son como son, entonces, ¿qué podríamos hacer? Convertir las impresiones que esas palabras nos generan. Eso sí es posible.
La enseñanza nóstica nos enseña a cristalizar en nosotros, la segunda fuerza, el Cristo, a través de un postulado que dice: “Hay que percibir con agrado las manifestaciones desapacibles de nuestros semejantes”. Hete ahí el modo perfecto de convertir las impresiones que generan en nosotros las palabras de un insultador. Este postulado nos va a llevar hasta la cristalización en nosotros de la segunda fuerza, el Cristo, y a hacer que el Cristo venga a tomar forma en nosotros. Es un postulado excelente, esotérico al 100 por ciento .
Si no convertimos las impresiones, nada cambia en nosotros; la lascivia, la ansía, el odio, el orgullo, etcétera, existen en forma de impresiones, que vibran incesantemente en nuestra psiquis. El resultado mecánico de semejantes impresiones ha sido todos esos elementos inhumanos que llevamos dentro, que generalmente los hemos llamado “Yoes” y que en conjunto forman el sí mismo.
Absolutamente nadie podría decir que ve un árbol en sí, ve la imagen de un árbol, mas no el árbol. La cosa en sí, como afirmaba Emmanuel Kant, absolutamente nadie la ve, se ve la imagen de la cosa, o sea, brota en nosotros la impresión sobre un árbol, sobre una cosa, y estas son internas; el resultado mecánico no se deja aguardar, es el nacimiento de nuevos Yoes que vienen a esclavizar todavía más nuestra Conciencia, que vienen a acentuar el sueño en que vivimos.
Cuando uno entiende verdaderamente que todo cuanto existe en uno mismo, en relación con el planeta físico, no son más que impresiones, entiende asimismo la necesidad de convertir esas impresiones y al hacerlo se genera la transformación de uno mismo.
Efectivamente, las palabras de un insultador, no tienen más valor que el que les da el que recibe el insulto, por tanto, si el insultado no les da valor, quedan como un talón sin fondos. Cuando uno entiende esto, convierte entonces las impresiones de semejantes palabras en algo diferente, en amor, en entendimiento para el insultador; esto naturalmente significa transformación. Así, precisamos estar convirtiendo incesantemente las impresiones, no solo las presentes sino más bien las pasadas.
Dentro de nosotros hay muchas impresiones que cometimos el fallo anteriormente de no haberlas transformado, muchos resultados mecánicos de exactamente las mismas, son los Yoes que hay que desintegrar, para que la Conciencia quede libre y lúcida.
Así, resulta conveniente que a través de la entendimiento convirtamos las impresiones que brotan en la psique. De esta manera vamos entendiendo que el planeta exterior no es tan exterior como en general se cree. Es interior todo cuanto nos llega del planeta, no son más que impresiones internas.
Resulta conveniente puesto que, que convirtamos las impresiones a través de la entendimiento.
Si alguien nos adula, nos alaba, ¿de qué manera convertiríamos la vanidad que tal o bien como halagador podría provocar en nosotros? Evidentemente, las loas, las lisonjas, no son más que impresiones que llegan a la psique y esta reacciona en forma de Vanidad. Mas si se convierten esas impresiones, la Vanidad se torna imposible. ¿De qué manera se convertirían las palabras de un halagador? A través de la entendimiento.
Cuando verdaderamente uno entienda que no es más que una infinitesimal criatura en una esquina del Cosmos, en verdad, convierte por sí solo semejantes impresiones de loas, de adulación, en algo distinto; transforma a semejantes impresiones en lo que son, polvo, polvareda galáctica, pues entiende su situación.
Todo cuanto vemos externo, es interno. Si no trabajamos con lo interior vamos por el camino del fallo, por el hecho de que entonces no alteramos nuestros hábitos. Si deseamos ser diferentes, precisamos convertirnos íntegramente y si deseamos convertirnos, debemos iniciar por convertir las impresiones animales, bestiales, en elementos de la devoción. Entonces brota en nosotros la transformación sexual, la transmutación.
Estas reacciones mecánicas, por desgracia nos rigen. Es claro que cada quien, en la vida, está regido, está sometido a la vida misma, no importa que se llame liberal o bien conservador, bueno o bien malo en el sentido ordinario, etcétera, no es libre.
Es evidente que estas reacciones frente a los impactos del planeta exterior, forman nuestra vida. En este sentido, podemos decir que la Humanidad es totalmente mecanicista.
Lo esencial sería conocer mejor nuestras acciones y reacciones, poder relajar la psique. Esto del relajamiento mental es espléndido, acostarse en su lecho o bien en un cómodo sillón, relajar sus músculos pacientemente y vaciar la psique de todo tipo de pensamientos, deseos, emociones, recuerdos.
Cuando la psique está en silencio podemos conocernos mejor a sí mismos. En semejantes instantes de quietud y silencio mental, es cuando verdaderamente venimos a contrastar, en forma directa, el crudo realismo de todas y cada una de las acciones de la vida práctica.
Cuando la psique se halle en reposo absoluto, vamos a ver la multitud de elementos y subelementos, acciones y reacciones, deseos y pasiones, etcétera, como algo extraño a nosotros, mas que aguardan el momento preciso para poder efectuar control sobre nosotros mismos, sobre nuestra personalidad.
Hete ahí el motivo por el que merece la pena el silencio y la quietud de la psique. Evidentemente, la relajación del comprensión, en el sentido más completo de la palabra, nos conduce al auto-conocimiento individual.
La vida, efectivamente, son nuestras impresiones de ella, y es claro que podemos, si nos lo planteamos, convertir semejantes impresiones.
Es muy recomendable aprender a convertir todas y cada una de las impresiones que tengamos sobre la vida. Aprender a percibir con agrado las manifestaciones desapacibles de nuestros semejantes.
El Segundo Choque Consciente corresponde a la transformación de las impresiones, cristalizadas en nosotros, mas para esto se hace preciso primero efectuar y entender lo del Primer Choque Consciente, teniendo presente que con él no ha terminado el trabajo, puesto que sencillamente se crea memoria del trabajo y el órgano transformador de las impresiones, el que corresponde al desarrollo de la capacitad de la observación.
La vida son nuestras impresiones, y estas pueden ser transformadas. Así, precisamos aprender a convertir mejor las impresiones. Mas no es posible convertir cosa alguna en nosotros si proseguimos pegados al planeta de los 5 sentidos.
A través de la entendimiento, podemos admitir la vida como un trabajo, entonces, verdaderamente vamos a estar en un estado incesante de recuerdo de sí. Este estado de Conciencia en sí nos va a llevar a la transformación de las impresiones.
S.A.W.
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